CUARENTENA: ¿CUANTO SIRVE PARA COMBATIR LA COVID-19?
- Por Rafael Urriola Urbina, Economísta de la Salud. Director Área de Economía y Gestión en Salud - Idegys
La efectividad de las cuarentenas para combatir la pandemia la han puesto en duda políticos de todas las tendencias. El influyente Colegio Médico de Chile parece ser el adalid del encierro rígido. Un artículo aparecido este sábado (12.6.2021) en la prestigiosa revista británica The Lancet argumenta que la eliminación del SARS-CoV-2, y no su mitigación, genera más beneficios en lo que respecta a la salud, la economía y las libertades civiles. Es decir, los sacrificios presentes en términos de producción, ingresos y restricciones a la movilidad serían, finalmente, menores que los costos globales de los impactos de mantener la pandemia por tiempos prolongados.
Agrega el artículo, “Los países que sistemáticamente han tenido como objetivo la eliminación de la pandemia, definiendo acciones excepcionales para controlar el SARS-CoV-2 y para detener la transmisión comunitaria lo más rápido posible, han obtenido mejores resultados que los que han optado por la mitigación mediante una acción incremental con criterios escalonados o acciones específicas destinadas a reducir los casos para no saturar los sistemas de salud”...“aunque todos los indicadores favorecen la eliminación, nuestro análisis no prueba la existencia de una relación causal entre las distintas estrategias de respuesta a la pandemia y los diferentes resultados”.
Las políticas más activas de confinamiento logran reducir la tasa de mortalidad de la covid-19. Asimismo, el estudio examinó el crecimiento del PIB. En los 5 países OCDE que optaron por la estrategia de eliminación se volvió a los niveles del PIB pre pandemia a comienzos de 2021, mientras que el crecimiento sigue siendo negativo en los otros 32 países de la OCDE analizados.
La otra crítica recurrente a esta estrategia es que restringe las libertades civiles. El estudio encabezado por el profesor Oliu-Barton de la Universidad de Dauphine, Francia, indica que los países que optan por actuar rápidamente para eliminar el SARS-CoV-2, con el apoyo generalizado de sus habitantes [negritas nuestras], también protegen mejor sus economías y minimizan las restricciones sobre las libertades civiles en comparación con aquellos que se empeñan en implantar una estrategia de mitigación.
En general, hay el sentimiento que la vacunación masiva de la covid-19 será determinante para volver a la normalidad, pero confiar únicamente en las vacunas para controlar la pandemia es un riesgo debido a su desigual implementación y aceptación, al tiempo limitado (o aún no determinado) de la inmunidad y a la aparición de nuevas variantes del virus. “La historia demuestra que la vacunación no puede controlar un virus rápidamente y sin ayuda: son necesarias una combinación de medidas de salud pública” sentencia el documento. Así, “…La erradicación de la viruela requirió esfuerzos coordinados durante décadas, incluida la vacunación, la comunicación y el compromiso social, y la aplicación de medidas de test, rastreo y aislamiento. Estas medidas de salud pública deben mantenerse incluso después de las campañas de vacunación; en caso contrario, nuevas olas de infecciones podrían llevar al incremento de la morbilidad y mortalidad”.
Los cinco países OCDE que optaron por la estrategia de eliminación (Australia, Islandia, Japón, Nueva Zelanda y Corea del Sur) tienen en común disponer de sistemas de seguridad social eficientes y universales; bajos niveles de desigualdad y de informalidad y capacidades de liderazgo de sus autoridades políticas y sanitarias. En Chile, además de adolecer de estos requisitos se ha improvisado las medidas sin que la población haya sido informada de la lógica de las decisiones de confinamiento. Adicionalmente, se ha cubierto las medidas de una engorrosa capa de excepciones, tanto en el desplazamiento territorial como en la modalidad de los permisos.
A mayor abundamiento, las medidas económicas paliativas mediante transferencias, bonos o ampliación de plazos de pagos de impuestos para hogares y empresas no gozan de certidumbre en la población ya acostumbrada a que las decisiones del gobierno siempre se acompañan de condiciones que excluyen amplios sectores poblacionales (la conocida como “letra chica”) por lo que la gente no está dispuesta a seguir instrucciones de encierro si es que pueden desarrollar actividades que les proporcionen ingresos.
En definitiva, no es la cuarentena la que no sirve sino un sistema social, desarticulado, excluyente, desigual y basado en soluciones individuales a los problemas sociales. La eficacia de las cuarentenas en Chile se ve seriamente disminuida por el distanciamiento entre las poblaciones y sus autoridades. Esto es la lección y la tarea que nos develó la covid-19. Por el momento, habrá que seguir lo que es más prudente -el confinamiento donde se indique- aunque, en las circunstancias actuales, es difícil que logre el objetivo de eliminación de la pandemia que todos desearíamos.